La escritura académica de «Los ventrílocuos»
«No se investiga leyendo libros,
se investiga citándolos,
lo que citamos ya investigó por nosotros»
"El que cita le hace de ventrílocuo a los extraños de los libros"
(Battilana 2023)
Antropología y etno siquiatría creativas, de autor
El nabo rojo y la rapa verde argentinos
“Pensar es servir”, J. Martí.
Hay palabras que no son palabras, no lo son, lo sé. Lo fueron antes cuando algunas de ellas se resistieron a la servidumbre de resignificar forzadas, a mentir propositos, a igualarse con lo hueco. Y se agazapan miméticas; se dejan pronunciar siendo sólo de aire. No son de esa materia que ovillaba los dedos del alivio, una materia que antes nos dejaba hacer palabras humanas. No pueden ser palabras esas que rebotan u ordenan por sí solas a las demás a significados aislados de la vida. Nombrar lo que no existe, hablarle a la deriva de los hombres, no es poesía vulnerable de misterio, no, es mandar al aire a engañar a la gente prendida de lo insustancial. No debería haber palabras que engañen por sí solas, esas no son humanas ni palabra es cosa que obedece al aire. Si son usadas sin misterio, despojadas de la penuria y de la maldad, las palabras representarán la ausencia del humano, la presencia inequívoca del insecto que vive de lo verosímil porque el insecto demanda su propio diccionario.
DanielBattilana
¿Quién es este raptor que amordaza con culpa tu capacidad para generalizar? nadie te puede negar la naturalidad de que estructurés tu criterio u opinión partiendo de los universales (me refiero a los que aparecen en tus deseos, no en los deseos de los nominalistas), ya vas a tener tiempo de pormenorizar, eso sí, dejá lugar para pormenorizar mucho, ese será tu argumento.
El reduccionismo que se necesita es el de hilar fino, poné todo en el cedazo y fijate si la sombra dialoga con la pregunta, es más sensato desechar una interrogación que aislar una sombra. Ah, si no hay preguntas no tendrás cedazo, si no hay riqueza no habrá sombras. El cattivo coro, cattivo coro de siempre.
El deseo de pobreza
(Para una metafísica del subdesarrollo: sobre el deseo de pobreza (frag. y axiomas de pobreza)
"No te merecés ser pobre"
Es joven, de unos 22 años, cursa una tecnicatura, una subrama de una especialidad médica. Aparece por privado, despliega una batería de insultos impersonales, de esos que no incorporan a familiares... (no la conozco).Y por último me dice «no te merecés ser pobre» Es maravillosa aseveración de cómo la gente reconoce que sos rico o pobre mediante o a partir de lo que escribís, digo escribís pues no es a partir de las ideas inscriptas en lo escrito, sino en cómo yo escribo en que basa su conocimiento de mi pertenencia de clase, es decir que el prejuicio es cultural de orden intelectual. Así será difícil erradicar la pobreza sin antes tratar el «deseo de pobreza» esa noción instalada en la mente que transforma, identifica y fabrica un tótem social que no reune los requisitos de “pobre” Un pobre rehacio en aceptar que no participa con ninguna característica, salvo la mental (no me refiero a pobreza mental, sino a creencia de grupo) a ese grupo del cual se solidariza sin mimetizarse demasiado. Y dice también “Yo estoy del lado del pobre” Ella, sin saberlo me censura y se vierte revelando el parecido a quién es y qué lugar ocupa: «al lado». Una vez disparada esa secuencia de desactivación clasista del otro, el comportamiento se reduce a un síntoma inescrupuloso: el exterminio conceptual de lo diferente que amenace la existencia del “dueño del pobre”.
Las representaciones de ese “al lado” son las de un invitado acompañante o un colado simulante.
Este es un pobre sub producto de mercado, de mercado político, un no-ser anti social imbuido de la parte que el amor permite que usen para la doble discriminación: una que discrimina el abstracto ajeno y otra, la que segrega con determinismos al otro y a ellos mismos que se segregan selectivamente, son, sí, pobres abstractos que se asisten entre sí resistiéndose a las movilidades de las que supuestamente fueron destinatarios y de los innumerables beneficios que han recibido de los gobernantes. Hay nociones de pobreza que emanan de esa facultad humana de concebir supersticiones, y de esta facultad, en especial el urbanita que se observa tan propenso a las máscaras y a los ritos de sí mismo en grupos sin comunidad.
¿Y quién se merece ser pobre?
Este urbanita no vive en condiciones de pobreza sino de carestía: la suma de sus objetos no cubre sus espectativas, por esto es que se apropia de la pobreza ajena y la hace rito, la sujeta a los sujetos. Estos grupos creen que no tener coche, alquilar, pagar viáticos para viajar, gastar en comer, usar la misma ropa más de dos años y fundamentalmente creer que sienten lo mismo o parecido a lo que siente su «prototipo de pobre» los hace pertenecer a ese ser sumido en una complejidad existencial y funcional allende su conocimiento. La pobreza romantizada no está lejos del tratamiendo dado “buen salvaje”. El indígena; el peón rural; el habitante de Haití, el negro del Caribe negro me demuestran que éstos no se les parecen en nada. No sirve juzgar suponiendo de que tener coche o motito, casa, estudiar, comer (que no es lo mismo que alimentarse) tener celular y conexión 4G hacen de una persona su condición de «rico» No, se resisten en preservar de tal manera a ese «pobre abstracto que los habita» que no se reconocen incapaces de transformar al otro pobre, el real, el que no conocen pues conocen sólo al pobre que han creado para exculparse, para expiar el miedo a sobreponerse interiormente. Todo esto lo deduzco de ese «no te merecés ser pobre» pues la expresión debe leerse así: ella sabe de antemano qué cosas no se merecen “yo me merezco ser pobre” y esa es una tragedia inconsciente con la cual no podremos dialogar nunca ¿Por qué no podremos dialogar nunca con ese subconsciente colectivo de pobreza abstracta? Pues al inconsciente se le habla con imagenes y la imagen sostenida por la cual luchan empecinadamente es la de un “país-cloaca” un sumidero de precariedad, una sociedad pisada y aplanada resistiendo y haciéndo resistir a cualquier intento de mejora de esa imagen de culto, que es la pobreza. La desenfrenada lucha de clases se aprovecha del impulso natural del egoísmo verticalista de ser en sociedad. A este impulso combativo se le adhieren nociones varias, de las cuales, una, la conservación del pobre abstracto rivaliza con la del pobre real, el crudo, al que “siempre son insuficientes los medios para llegar”. El subdesarrollo despliega esa capacidad de enajenar mediante ideologías, la identificación es una coartada. Por ejemplo, el impulso automático de suponer que se me reconoce por lo que estoy escribiendo, eso es subdesarrollo. Este fenómeno lo aplicamos entre nosotros, pues todos hemos aprendido que leyendo a Bergson conocemos a Bergson.
Así y de tantas maneras el que no se merezca ser pobre no accederá a las dignidades, a los beneficios, a las ficciones merecidas del privilegio.
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Axiomas sobre pobreza y sindrome de Robin Hood
¿Y quién se merece ser pobre? Quien se lo merezca será recompensado con pobreza.
Y ¿para cuándo el museo de la pobreza?
Al que está pobre se le dice que ES pobre: un modo de estar siendo lo que otros imponen.
Nada que esté puesto a la vanguardia sirve a la retaguardia sino para darle la espalda, en la espalda de la retaguardia están los que no tienen voz.
Cuando se dice «darle voz» a los que no tienen voz no es para escuchar cómo hablan y qué tienen para decir los que nunca hablaron sino para ver cómo repiten lo que escucharon de estos benefactores que en general somos sociólogos, periodistas, filósofos y antropólogos. Una voz nueva implantada en una garganta vieja es defectuosa como la de un loro
Existe el pobre pero existe un pobre sin pobreza, es el pobre abstracto que simula en su mente una abundancia de nada, cuando el pobre no conoce la nada sino como realidad, el pobre abstracto experimenta la nada si sus abundantes facetas sin embargo el pobre real materializa esa nada afuera de sí y su mente es toda sobrevivencia.
Existen la pobreza y el pobre, hay una pobreza sin pobre, hay un pobre pobre y una pobreza pobre, ésta última es enriquecida con pobre.
Es sumamente dificil y tramposo definir “pobre” se hace claro reconocer: lo que le falta, lo que no tiene, de lo que carece, lo que demanda, de lo que no disfruta, a lo que no accede, a lo que suponen que “sueña”, lo que posterga, lo que ignora, etc, etc. Y todos creen conocer al poseedor de todas estas categorías.
No me des “dame” o dame “no me des” Poco a poco comenzará esta demanda.
Se hace difícil llegar hasta el pobre real pues permanece aislado -involuntariamente- por un intermediario de pobre, un sujeto social que simulando ser pobre y sistemáticamente cambia el sentido de toda modificación de la pobreza real transformándola en ayuda, es decir: desactiva cualquier solución que le quite el monopolio del pobre.
Nadie lo dice, no se menciona la existencia de un sujeto culto e instruido que persiste en considerarse «pobre» no es un sujeto complejo sino complicado, filtra y reemplaza a propósito los componentes que lo delatan socialmente, hay profesores, poetas, escritores que lo hacen; grandes simuladores de la palabra, qué notable, usan tecnología burguesa como la palabra y la poesía para propagar falsas nociones de, por ejemplo, lo valioso de permanecer siendo pobre, no, de lo necesario que sería dejar de serlo pues ese permanecer pobre fue un orgullo que ahora es un tesoro de deber ser para otros que no lo son.
Los intelectuales que hacen un culto del pobre parecen «corsarios de la pobreza» Atesoran atesoran y ese tesoro se lo vuelven a quienes tratan de deshacerse de él, el pobre tira la basura y estos mentirosos se la restituyen; este es el complejo de Robin Hood, pero Hood le robaba a los ricos, muy diferente a estos que le roban la basura al pobre y se la arrojan como pobreza.
La pobreza es siempre nueva en cambio el pobre real es siempre antiguo, cuando se da al revés es operación.
Al pobre real se lo reconoce instantáneamente en cambio al pobre abstracto lo debemos leer.
No se me ocurre un tratamiento de cura social para esta patología que sufren tantos, la de intermediarios de pobres o pobres abstractos, pero quizá algún día los pobres logren deshacerse de ellos, así veríamos en su injusta magnitud lo que tiene que ser transformado y a quiénes.
Lo más cercano a ser rico o civilizado es tener derechos, más de los exigidos que de los naturales.
El capitalismo como resignación hueca.
Nada que insectifique al hombre me es ajeno pues también lo intenta conmigo. Lo ajeno también intenta conmigo...
El que no dispone de sí mismo ¿qué es?
A una inmovilidad social corresponde una movilidad polìtica.
Pobre y pobreza en simploké
Daniel Battilana