Yo no concibo la literatura como un desahogo sino como una inquietud instalada en el ser… problema que se hace minúsculo cuanto más controla y fija el mental del escritor. La voluntad, el deseo y el cambiante sentido crean la superficie mágica por donde desvincularse de lo anímico y atender a las imposiciones del síntoma lingüístico. Las causas primeras no son atendidas como se debe sino que se alborota y desmaya por los efectos y las limitaciones dogmáticas, en esta parte del trabajo queda resumida la inconsistencia: escribir para los efectos ignorando las causas. Sólo se escribe, no se opera percibiendo los velos semánticos que se agitan. Yo no los rompo, los esquivo o los pliegos dándoles orientaciones y tamaños cuyo valor se haga evidente a todas las causas. Lo suscitativo será el puente entre significados; la emoción distingue, cuando el sentido la deja aparecer (la mera escritura inhibe la emoción) ella nos devuelve concomitantes con la semantización del Ser pues el Ser se manifiesta así, no rompe el mundo, lo hace poroso y muestra las relevancias, escenifica las fragilidades con que está construida esa membrana que soporta las ideas: conceptos son objetos de consolación. El poema es un timón sin barco. Si no hay discordia no hay instrumento.
Daniel Battilana
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