viernes, 5 de diciembre de 2014

Roto el huevo

Un objeto bello es un objeto que se puede traducir a artístico, a uno artístico se lo traduce a interpretaciones. Ante la ausencia de lo bello el lugar lo ocupa un objeto cuya integridad la componen elementos ya existentes que se pueden traducir y que desaparecen cuando se los interpreta, pues la interpretación reemplaza en forma de explicación no lo bello sino su imitación. No estoy diciendo nada nuevo cuando lo viejo hace de bello, sino que cuando lo nuevo hace de bello logra simplificar lo viejo. Sin embargo lo bello ejerce una resistencia cuando se lo traduce, esa resistencia es percibida como arte. Al romper un huevo distinguimos la cáscara y al potencial pollito sin embargo rompimos la belleza que los une. La belleza es una unión sana de lo simple, resistente hasta lo posible al arte. El huevo no necesita traducción, el arte que ha resistido lo ha hecho absorbiendo tiempo, el artista puede hacer lo mismo pero con un tiempo artificial; el eje de la profundidad es percibido como perspectiva, profundidad es cuando algo absorbió tiempo. Una herida es bella hasta que se cura con el arte.

Daniel Battilana

martes, 2 de diciembre de 2014

Status quo

                                                                                                                  “Mi memoria soy yo”

Lo que buscamos, lo que creamos, lo que desesperadamente necesitamos es "status quo" lo que no se le parezca, lo que no sea "status quo" será negado, rechazado, y como ahora mismo y sin perder energía, ignorado automáticamente, por la automática mente nutrida de "status quo" Este "status quo" es un alimento energético que sacia nuestra avidez de "cosas que se nos parecen" Se nos parece la política draconiana, se nos parece lo que leemos, se nos parece lo que odiamos, lo que amamos, se nos parece lo que deseamos. Este infierno de "lo semejante" lo usamos para consolarnos mientras morimos, por eso no podemos perder tiempo atendiendo a lo "diferente" cuyo alimento no conocemos, todo nos dice que "tenemos mucho tiempo para no tener tiempo”. Mi vida hasta acá ha sido una desesperada asociación con lo que no se me parece, trato de leer lo que no se me parece, escribir lo que no se me parece y de sentir lo más alejado de mi memoria como pueda pues mi memoria soy yo y sentir no se debe parecer a ella.


Daniel Battilana

jueves, 21 de agosto de 2014

LA MENTE SUBDESARROLLADA, prefacio y fragmento.

LA MENTE SUBDESARROLLADA, prefacio y fragmento.

“Sin ningún esfuerzo mi mente ya se había impregnado de las nociones que el subdesarrollo me tenia deparado, así, ya, era que estaba preparado para desempeñarme en las ilusiones de su mezquindad y de su encorsetado menester, menester de un plan menesteroso diseñado para asistir a todos de lo tiranos, explotadores, conquistadores, políticos u otras dirigencias y sus verdugos para los cuales mi mente subdesarrollada fue preparada para obedecer, como también obedecemos a la belleza, obedecemos al dolor, obedecemos la voluntad de todos los alguaciles extranjeros y sus encomiendas nacionales. Era que todo lo que creara proyectado en mi y desde mi iba a ser ruin y precario, penosamente conservador, la esperanza del progreso habitaría por siempre países destinados a ser reservas en las cuales los esclavos idénticos a mi solo hacemos el mantenimiento de sus riquezas para un dueño que parece cercano pero en realidad su cercanía ni siquiera se parece a o que pensamos. Mi mente absolutamente feudal podía comunicarse con todos los esclavos, hasta que una vez pensé, y me di cuenta."

“El yo diluye las invenciones del mundo, se reintegra a sí mismo restaurándose una posibilidad, el tú diluye esa noción entronizando la suya propia ofrecida como imposibilidad, esta antinomia envuelve de inexplicable rito lo que no sea vivir en el yo, la repetición de un fenómeno es el hábito fenomenológico de re insertarnos inmaterialmente en las infinitas reiteraciones que somos.
Las plantas hacen algo parecido, la semilla se diluye en la tierra del mundo, se integra y restaura la imposibilidad del fruto, este existe por fuera de la semilla y más afuera el tú de la flor que diluye toda posibilidad de mundo: las invenciones sin diluir son el medio. la inmaterialidad de lo invisible es cualquier semilla, la mente, la materialidad de lo invisible”

Daniel Battilana

sábado, 31 de mayo de 2014

Inchauspe a caballo de Troya

Inchauspe a caballo de Troya

Me pasaron una nota, no es un ensayo, el ensayo suele escuchar, es un caballo de Troya; a riesgo de que se tergiverse, si el título de mi ensayo que escucha dice “Inchauspe a caballo” es porque debemos primero comprender la vastedad del instrumento “caballo de Troya” esto es, cualquier envase, tenga o no tenga solidez, tenga o no tenga forma puede servir como eso, nuestro cuerpo sería el envase de nuestros deseos hasta de la soledad sería el envase, caballo de Troya en el mundo; un poema podría ser el caballo de Troya de algo sustancial o insustancial, como la idea o la emoción subrepticiamente entregada en ese sobre mentiroso... el autor fuerza la inscripción de Inchauspe como una revelación secreta que en los noventa (a la poesía de los 90 que ahora está tan de moda diluir como que no existió tal cosa) parece haber operado desde el núcleo oscuro de la vida hasta el núcleo oscuro de este y un par de autores más que en la selección con que ejemplifican lo que les interesa de Inchauspe es visibilizarse como quien se arrima al piola de la foto; evidencian así cuánto lo plagiaron, extensivamente y cómo lo usan de "marco invisible" para presentarse de igual propósito poético y de calidad. Ver esta estratagema propia de marketing lingüistico, decir por ejemplo que en Inchauspe no hay psicologismos, decir que la ausencia absoluta de barroquismos innecesarios y que aunque toda su obra “está marcada por un yo” ese yo no es psicologista (¡¡¡?). Con las urgencias que me permiten no pertenecer al mundo de la cultura, ni al mundo de la música, ni al mundo del arte, ni al mundo académico, menos al mundo de la poesía, comprendo exhaustivamente por todas mis no pertenencias que no se ha compendiado aún el fárrago y apilamiento de “lugares comunes” frases y expresiones que aunque el incauto pretenda interpretar como coloquiales ponen a esa poesía siempre a menos de un punto de perder, y no lo hace por el manejo, el manejo donde la cadencia y el talento protectivo de Inchaspe le permitió a su escritura cual un anillo de tul... gustar tanto a esa elite de dormilones y asustadizos poetas. Pobre Inchauspe si supiera que lo iban a usar como pony de Troya para "decir nada" en los 90... O para sacarse una foto con él previo enjuague y aseo de su verdadera imagen... Porque me pregunto ¿cuántos de estos “rescatadores” "restauradores de lo sensible de la simpleza" de su obra lo tendría al intenso y conflictivo poeta de amigo? Hay muchas tiranías y una de esas es la que viene enfundada de profesores de letras; esta censura corporativa habla y propugna sistemas de legitimación asociados a “peaje editorial” que, y se necesitará una “arqueología” de esta economía cultural, está siendo condicionante a tener en cuenta para muchos que dejan entrar este caballo de Troya académico en sus obras. Algo más, no nos debe pasar inadvertido el hecho de que Inchauspe haya editado sólo dos libros, esto permite aprovechar una aparente homogeneidad y supuesta unidad de obra para ver una imagen pequeña que les resulta más fácil de usar como bandera que si fuera una obra heterogénea y vasta, una tela así no sirve para bandera y da mucho trabajo izar con palabras ¿Cuál sería el envase de lo invisible?





Daniel Battilana 

jueves, 29 de mayo de 2014

Digregar para sucusar



Mi arte de la digresión es desenfocar la fuerza del saber en ignorar completamente la poesía, dejar de estar inmerso, salir del inmerso de su superstición para amenazarla con mi superstición sin lenguaje, sin lenguaje, con el primitivismo del deseo provocarle fecundaciones, huevos de sentido, fornicar lo que no se ve de mí hermafrodizarme contra todos los modos de la belleza aún los insoportables, disparar perforaciones para hacer balas. La digresión es vital para que el lenguaje no sepa lo que queremos decir, evitar que interfiera con la aparente sustancialidad de lo invisible, el lenguaje es una superficie mágica, una membrana de nueve dimensiones de la cual habitamos sólo dos, la tercera es la proyección que la protege de nosotros: la superstición de la poesía. Estamos tan violentamente enfocados en la conservación de lo que pensamos que creemos usar la escritura como reemplazo de la memoria, no vemos cómo se deteriora lo que se conserva, tampoco vemos cómo se degrada la parodia más temida de esa poesía con todos sus residuos expuestos cristianismos mécanicos de gramáticas no dimensionales. Para excursionar y mantenerme adentro del afuera invento una membrana piadosa, un párpado de polvo, una vitela cáustica y porosa que como un tímpano de barro ahogue todo antes de flotar y ni siquiera una burbuja deforme la esperanza de un relieve, la cautela de una hendija, la rugosidad de un empalme, un objetivo, un lente de agua una mancha vaciada pueda traspasar y fingirme un interior o el fraude canópeo de un síntoma haga de cápsula en palabras; poder abrazar el humo de esa presa inactivada que he esclavizado para que vibre, vibre incordiosamente como un baldío homeopático, una sucución, un frasquito lleno de algo que pasó y conservó intras y extras, visitó las inútiles centralidades de la obediencia. Llegar así al poema abogadro cuyo número se digrega sin ser detectado por los lenguajes preexistentes.


Daniel Battilana





jueves, 20 de febrero de 2014

Las palabras sociales y la tiranía lingüística


 Las palabras sociales y la tiranía lingüística


Leo esta cita que es tomada como se toman muchas  citas, a la ligera. Los que escribimos citas, sentencias, aseveraciones, papelones, paroxismos consonánticos, jugamos con el resorte de la tergiversación.
La cita dice así: “La profanación de lo improfanable es la tarea política de la generación que viene.” Es de Giorgio Agamben, quien tiene sus ambiguados cultores, los cultores de los profetas europeos. La traducción lineal sería que la política que viene deberá profanar lo que la política que se va ha instituido como improfanable: sagrado, Estado, y todos los sistemas restrictivos del poder. De más está decir que una política que profane a otra lo hará con algo que supere a su antecesora, algo peor, una tautología que profana tautología. Pero este no es un peligro del tipo insustancial sino una profecía de clase, de aristocracia política, cuando esta tiene la asombrosa manera de iluminar sus mentiras.
En la Argentina las palabras tienen molde, molde éste reservado a la historia. Antes del molde, ocupan un recinto plácido de ideales. Ambos conceptos, profanación y profanable producen efetos sensibles, por ejemplo, de que existe la “cosa profanable” que de él emana es diferente, ¿sería esto nuestra capacidad para violar lo sagrado?, ¿lo sagrado del otro? Al ser profanadores, ¿violamos con nuestras sacralizaciones las ajenas? ¿Lo sagrado nos profana? ¿Con qué? ¿Con política? Aclaro, es nuestro oficio como argentinos, se viola “un valor”. El enamoramiento rapaz por los términos hace estragos en nuestra semántica popular. Yo llamaba a esto “el idioma de los arcretinos” una lengua que debe permanentemente explicarse a sí misma, siempre candente, urgida de justificación, una lengua imposible para la filosofía, un instrumento para la mentira.
Esta lengua tiene la capacidad incontestable (pocos se atreven a preguntarle algo) de sembrarle lengua a quien no la tiene, esto no es alfabetización es cretinización del diccionario.
Entonces la tarea política de la generación que viene ¿es profanar? Lo pregunto pues he visto esta frase seducir a poetas militantes. Yo fui soldado una vez y nunca pudieron hacer que mi poesía milite. Los más cutres me dirán que intentarán desalojar un valor con otro, y me estoy perdiendo de esta polisemia estudiantil.
Sí, ya sé, el contexto de Agamben es Europa y ¿qué pasa en Europa que no se llame euróxeno? La palabra profanar en manos del socialismo es idéntica que en cualquier otra mano. Tampoco voy a creer que al tomar la palabra nos igualemos en ella. ¿De qué valores nuevos me hablan estos poemas de vanguardia profana?
Importamos de todo, ideas que no tienen diseño posterior, hábitos que cuelgan, cuelgan de abalorios yermos que relucen en nuestra armadura de sonseras. A varios europeos y norteamericanos les compramos toda su producción de favores ISO9000 y de terminología ISO, creo que les compramos treinta años por adelantado, siempre les compramos lo que tiran. ¡Qué bien lucen sus cadenas etimológicas, qué bien nos hacen soñar!
Estos filósofos italianos son como leer una mala traducción de Heidegger: nadie sabe lo que está diciendo pero sí cuando lo dice mal. Hubo un par de diarios que desde su dossier a mansalva idolatraron esta proeza de suponer extranjera cualquier receta de salvación y de creer no menos nacional cualquier salvación etimológica.
¿Será que la profanación de la política tiene un carácter sagrado y repetitivo?
¡Querés más! No te alcanza la clandestinidad y la querés hacer privada.

Y cuando profanes lo improfanable con política quedará muy claro quién será el acreedor de esta suculenta valentía, pues no será eso que con orgullo antiguo llamabas pueblo y ahora te hacen llamar y no llamar, así los sociología inventada por los políticos y el periodismo usado para la divulgación de sensaciones hablarán por todos.
Habitar un lenguaje impuesto y restrictivo y pensar las formulaciones de la voluntad política de esos términos que la gente considera reivindicatorios, impecable patraña, temer el temor lingüístico de un habla hiper sensibilizada por el control que la política dejó de ejercer y ya lo ejerce el sujeto social que diseñaron a la medida de la sutil profanación ya anunciada.



Daniel Battilana