miércoles, 10 de febrero de 2021

Negación y desesperación: el evento Maldonado, la intersubjetividad asesina.





Negación y desesperación: el evento Maldonado



En los dos únicos estados que experimenta esta sociedad, que son: desesperación y negación, se puede identificar -según la necesidad del momento- una resistencia a la prueba relacionada con la verdad. Por ejemplo: "este gobierno roba". Sí, algunos consideran que todos los gobiernos roban, pero "el gobierno anterior era inclusivo y distribuía ayuda". Si todos roban, el anterior ¿Distribuía ayuda robada? Esta fórmula contrastada con la anterior significa que el otro gobierno podía robar en tanto compartiera: "robá pero dame", si robás, pero no me das estás en mi contra. Es decir que para el caso del gobierno anterior que "robaba pero compartía", se podía aceptar el recibir esa ayuda siendo cómplice social del robo (estado de negación). Para este gobierno, que de seguro está robando... mientras no ayude ni comparta, será considerado antipopular. Acá se evidencia la actuación del péndulo desesperación-negación. ¿Cómo? La continuación del modelo de bienestar induce a la negación en tanto esa parte de la sociedad pueda ser incluida en un sistema de repartición que se basa en “una parte de la sociedad se solidariza con otra más necesitada” (en realidad el poder político fuerza mediante coerción impositiva a una “solidaridad obligatoria”). Esa otra parte de la sociedad es usada mediante asfixia contributiva para pacificar a la otra parte de la sociedad que permanece en estado potencial de desesperación: “si no me das,…”. La política gestiona con dineros impropios “paga a los sectores populares la paz” explotando a los sectores productivos que no ofrecen peligro, la docilidad es un negocio seguro, podríamos conjeturar.
Este juego de tensiones dadas en negación o en desesperación tiene otro estado, el de negación en desesperación. Ejemplo: a la pregunta original y concreta de ¿Dónde está Maldonado? mientras Maldonado permanecía sin paradero, sin paradero es un término odioso que la sociedad en estado de negación prefiere llamar “desaparecido”. (La diferencia es elocuente, una persona sin paradero conocido es alguien que por sus propios medios podría ocultarse, en cambio en la categoría de desaparecido siempre se necesitaría un actor que haga desaparecer.) El núcleo inicial de un “Maldonado sin paradero” es negado frente a la evidencia circunstancial de que fue desaparecido. Una vez que ese “Maldonado desaparecido” aparece, concretamente, en cuerpo muerto, lo que para esa sociedad negadora no desaparece es “su desaparición”. Así es que Santiago Maldonado deberá permanecer simbólicamente desaparecido hasta que sea reemplazado por otro símbolo más poderoso, en tal caso otro u otras víctimas que renueven esa figura del que “hace desaparecer”. En el evento “Santiago Maldonado” se verifica la acción de la posesión de un símbolo inactivo que dispara la desesperación (el desaparecido) y de un símbolo activo que dispara la negación (la aparición del cuerpo). Veamos, la aparición del cuerpo pone en riesgo la supremacía del efecto simbólico que tiene sobre la población la noción histórica-simbólica de “desaparecido”, es una traslación incompleta de un término sin el contexto original que le ha dado la experiencia de toda una sociedad, por eso una parte de esa mente social desesperada hace operar la figura jurídica de “desaparición forzada” y en esta noción ya está mencionado ese que “hace desaparecer” esa mente social desesperada sabe de antemano quién, cómo y por qué, y usa métodos para imponer ese y sólo ese conocimiento al resto, por lo cual si ese resto no se alinea es de seguro cómplice pero no participe de la intención ideológica del que conoce. Ya el cuerpo de S. Maldonado en un contexto científico de autopsia es negado en función de desacreditar la autenticidad de la “información” parcial de la autopsia pues ellos, los negadores, sí conocen cómo murió santiago, y nadie más. Otra vez, todos saben, esta reiteración histórica de la apropiación de la verdad: sa falta de verdad se impone el símbolo -30.000-. El meta marco mental de los actuadores abstractos permanecerá en el estado de negación que construye el símbolo: como el cuerpo apareció, se debe reforzar o blindar el contorno espacial y anímico de los “que conocen” frente a los que “no se dejan implantar el conocer de estos”. Esta cápsula mental de negación negará hasta el paroxismo fanático cuanto las ideologías eclécticas lo permitan (como ya dijimos, hasta que aparezca un reemplazo), y lo primero a negar será el resultado final de la autopsia, que en forma especial se hace en base a la autopsia de un señor llamado Nisman que hace de fiscal del poder, que, aunque sea símbolo de “muerto estatal”, se lo adscribe y legitima parcialmente, como se hacen tantas posesiones del enemigo Estado si sirven para los fines propios, esto es parte de una ética ad hoc. Una parte del circuito actuante en el efecto simbólico es la gravedad diferenciada que la sociedad percibe en las cualidades ideológicas que distingue a los muertos según de qué lado son. Hay sí, quedan aún, cosas que no se pueden imponer simbolicamente.
Todos estos modos atestiguan una parcialidad de razonamientos sujetos a los límites en constante actualización que imponen los símbolos ideológicos basados en intersubjetividades activas y pasivas: pensar en estado de negación o pensar otra cosa en estado de desesperación requieren del transvasado de esos “capitales flotantes” que están a disposición de los slogans y las fórmulas reaccionarias bi-ideológicas que se atomizan en el aparente consenso de las actuaciones masivas, marchas, discursos, indignación popular (monopolio de la indignación ¿será posible una indignación no popular?), convocatorias, etc.,  para fenecer de poderes reales.
El modelo de análisis de oscilación entre negación y desesperación que aplicamos aquí necesita de la intervención de dos ingredientes de factorización donde negación-desesperación contienen a fanatismo-cinismo o verdad-verosimilitud. Con respecto a esta última, ya comentamos en trabajos anteriores el mecanismo y las consecuencias mentales de una sociedad que sustituye verdad por verosimilitud en un modo de preferencia con visos psicóticos; traemos esto como complemento a los dos eventos desmantelados con anterioridad. Preferimos la noción de “desmantelar” a la de “deconstruir” pues una es más cercana a cómo los latinoamericanos atacamos lo que conocemos y lo que no queremos conocer, en cambio la “deconstrucción” es aún un conceptos confuso y aplicado para las confusiones de los pseudo análisis vigentes. Tanto el abuso de la historia como el abuso de las falsas deconstrucciones están alejando a los analistas de cada especialidad de poner en evidencia cosas más trascendentes que mero pensamiento periodístico. No se ofende al sujeto social ofreciéndole tardìa o trempranamente pormenores sobre lo que hace con su comportamiento y con lo que suponemos hacen funcionar su mente. El mismo y en apariencia actualizado sujeto social puede estar disponible para la incrustación de activos simbólicos actualizables como la verosimilitud pero no así disponible para la verdad, que no es actualizable ni en tiempo ni espacio reducibles a lo social, y si parece que lo es, lo que está siendo es su sustituto de “verdad verosímil”. El consumo desesperado o negacionista de lo creíble pone en situación de “pueblo sordo” a una masa para la cual lo que no es verosímil no existe sino como enemigo. Este consumo de cosa creíble es una especie de ideología endogámica que, si no se actualiza, con o sin sujeto, espera agazapada en una promesa de paz-justicia-bienestar que siempre, y esto es lo sorprendente, está en manos de los “desaparecedores que gobiernan”.
Veamos esto último y tratemos en base a las coordenadas antes propuestas si se trata de negación o desesperación a partir de la pareja verdad-verosimilitud: actualmente se ofrece un botiquín de falacias metodológicas que son filtradas blandamente en el uso coloquial del no especialista, y aún los debidos especialistas deberían identificar esta simulación moderna, nos referimos al concepto de posverdad. ¿No bastaba la noción de obstáculo epistemológico? ¿Había que reemplazarla por un neologismo importado? ¿O es que el planteo epistemológico de Bachelard nos remitía a un conflictivo tris de revelaciones inconvenientes?, ¿qué es inconveniente para la mirada intelectual? ¿Cuál sería entonces el reemplazo para la noción de "vigilante epistemológico? ¿Habría un "posvigilante? Era demasiado sencillo de entender que la emoción es el obstáculo que no nos permite conocer ni entrar en contacto con el conocimiento verdadero, entonces sí que, imbuidos, colonizados por la emoción, podemos funcionar como caballos de Troya de los símbolos y de ciertos símbolos que son mas apetecibles para alimentar la desesperación. Resulta así que parece que han descubierto que la emoción prefiere lo verosímil y deshecha lo objetivo. ¿O es noticia que la emoción crea su propia realidad? La emoción es un fenómeno que se monta en otro fenómeno adyasente de cualquier especie y cabalga insurrecto hasta que vence su deseo, vence en términos de caducidad.


Consumamos verosimilitud

Cuando el pensamiento contiene deseo o emoción es pseudo idea. Este bloqueador anímico es utilizado para desactivar a los individuos de toda posibilidad autónoma de verdad fáctica o incluso de verdad abstracta. ¿Se han olvidado o se perdieron todos los trabajos sobre la pseudo idea?
Hace tiempo proponíamos aplicar un análisis de las ideologías en base a una campana de Gauss. Al momento de elegir los vectores nos topamos con discriminar sin emoción, sin embargo, para tal trabajo reemplazamos ideología por estrés, emoción por negación y desesperación por desmotivación; el modo o punto óptimo dio un resultado (faltan variables) de acumulación de un factor que podríamos denominar categoría de bloqueo social. En ambos márgenes de la campana, en uno la verdad como prueba objetiva del deterioro visible de la percepción real y en el otro el caos que se proyecta hacia el incremento ascendente del modo se va reactualizandoce como estrés en tensión.
Usando el obstáculo epistemológico se mira todo lo aparentemente nuevo como material viejo, por eso las herramientas nuevas hacen a una falacia digital inaprensible. El fracaso del sujeto social es potenciado por la ineficacia en renovar los fantasmas, por ejemplo, de la literatura marxista, esta “emoción marxista” que lo atraviesa todo es el obstáculo epistemológico que no permite ver al que es ignorante en situación de posverdad.  Si la falacia de la posverdad nos ofreciera dos extremos, en uno como producto de la desesperación tendríamos como ejemplo el argumento nulo de la burla. La burla es un sustituto no argumentativo flotante, pues deja a cualquier tipo de negador en estado de espera, ya lo comentamos antes, la burla vuelve a cosificar la subjetividad del otro. Entonces, si la carencia argumentativa instala la burla, se está en estado de desesperación, su contraparte es una negación flotante en espera de significado o el argumento contundente expresado por cierta cantidad de gente que lo legitima hasta que la desesperación lo inactiva; la burla se constituye en una red de identificación grupal que moligera el punto de igualación donde el ánimo es percibido como negación en desespeación: los argumentos ad logicam son típicos de la negación en desesperación. La negación es una activación parcial de los símbolos donde, y aquí hecho mano de un recurso especial, se renueva una vocación natural por la confección del tótem al cual la masa gregaria le hará de vocero, por eso es por lo que el tótem es mudo, no necesita hablar pues lo hace el porvenir simbólico en las bocas multitudinarias del fervor neo salvador que los impulsa. Esto es apenas una conformación de algo mucho más preciso que en lo detallado ofrece perspectivas para un desplazamiento, fundamentalmente de la inercia correctiva e instructiva, con que la historicidad adoctrina a los especialistas. ¿cuáles son los frutos de la posverdad incrustada en la negación?  Y a la vez las mutilaciones (casi todas predecibles) facticas que el negar o el desesperar manifestando impotencia e ineficacia van quitando sustancia a la noción de oprimido. En esta venda anímica se detecta una especie de privatización de los símbolos, los adecuados, decimos privatización pues son de uso exclusivo y en esto no participa la sociedad sino aislada en conjuntos, el universal aquí  no es cooperativo ni percibido como verdad por los otros conjuntos: es un universal verosímil cada vez más aislado. Hay un momento en que la sociedad cuestiona sus símbolos, es en el cual alguien mediante algo los convierte en objetos. La obligatoriedad a participar en esos universales parciales requiere una censura ya oficializada mediante instituciones sospechadas de parcialidad como el INADI;  en tal caso los abusadores de símbolos serán devorados por simbolos mejores o más actualizados. El símbolo ya es una censura.
El trabajo de investigación permanece en estado de distracción histórica, la historia pone y saca atributos dando significados cuya elocuencia ideológica debe ser tomada como un relajamiento metódico al servicio de toda índole académica que rectifica la producción de crítica y conocimiento  a través de agotadoras legitimaciones técnicas que mantienen afuera de los fenómenos a los investigadores; la burocracia metodológica es ya un intrincado muro de requisitos que tornan inoperantes los reclamos cognitivos que intenten desmontar las premisas de una requiza metalica que aplasta a la comunidad especializada, esa que se supone entrenada en mirar cuanto menos antes de entregarse a los dictámenes de la doctrina histórica, historia que nos espia el aspecto privado de lo que decimos en público.
El pensamiento aduanero no se permite incursionar ni plantear pinturas que manchen el servilismo social a los variados sistemas, entre ellos el humanismo sindical, que es parte de las concesiones blandas en el marco retributivo que los sujetos perciben como “derechos” adquiridos y no como un instrumento de tecnología militar afinado y consolidado por el peronismo para desactivar los reclamos y revueltas anarquistas, por ejemplo.
Habría que sumar irregularidades como el supuesto de que la sociedad toda, sin excepción pulsa en burguesía, porque burgués es el deseo contenido en el nido ideológico del progreso de igual forma que en los nidos ideológicos donde se gestan los reclamos encubiertos contra la anti prosperidad aguarda un simulador de revoluciones que seduce a las masas. Así son estos nidos en los corazones que no reflexionan, para invitar al sujeto social a desprenderse de su conciencia antropológica e inmolarse en manifestaciones homologadas que hacen de las mentes solo una mente que piensa en hegemonías propias: el vandalismo mental es solidario.
La pregnancia de la verosimilitud inducida por la información, sea la fuente que sea, es soberana en el uso y aplicación de la irrealidades de grupo, ficciones que se refrescan tanto en zonas virtuales como en recintos mentales donde prevalece la riña como técnica para la coerción anímica de todos los adversarios, incluso algún adversario que permanezca informe esperando su turno para actualizar negación o desesperación ideológica del oponente. La adversidad comunicacional y la unilateralidad discursiva son violencia.
 Dejamos para otro momento el desmantelamiento de las nociones de resistencia y de movilización social en una perspectiva de accionar infantil blando, incapaz de perforar la membrana temblorosa del poder.


Daniel Battilana




1 comentario:

  1. Habría una relación entre distracción histórica y obstáculo epistemológico. Ambos son problemas, uno conciente y otro inconciente. Nadie va a reconocer que tiene un obstáculo epistemológico que no le deja reconocer la verdad. O sí?

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