lunes, 22 de febrero de 2021

El cattivo coro o el pensamiento galleta: duro por fuera hueco por dentro.

 ¿Quién es este raptor que amordaza con culpa tu capacidad para generalizar? nadie te puede negar la naturalidad de que estructurés tu criterio u opinión partiendo de los universales (me refiero a los que aparecen en tus deseos, no en los deseos de los nominalistas), ya vas a tener tiempo de pormenorizar, eso sí, dejá lugar para pormenorizar mucho, ese será tu argumento. 

El reduccionismo que se necesita es el de hilar fino, poné todo en el cedazo y fijate si la sombra dialoga con la pregunta, es más sensato desechar una interrogación que aislar una sombra. Ah, si no hay preguntas no tendrás cedazo, si no hay riqueza no habrá sombras. El cattivo coro, cattivo coro de siempre.

¿Querés hacer juicios arbitrarios? dale, no recojás un miedo que no te pertenece; a priori y a posteriori son los órdenes que deberás presentar con tanta prolijidad que el ser de la especificidad creado por los necios, omitirá y omitirá para poder reñir con tus ideas, si las hay. Para ser arbitrario, ya que te incomunicará el serlo, los contenidos deben parecer inteligentes desde adentro y no sólo estar dispuestos con arte, con arte del afuera.
¿Querés categorizar? hacelo, está de moda no hacerlo, está de moda no usar la mente para muchas cosas pues hay que reservarla para los entretenimientos visuales; han logrado que la mente parpadee y el ojo bostece. No te demorés conectando igualdad, se trata de conectar desigualdades, no de hacer pilas semejantes. Establecé categorías que puedan discriminar con acierto cosas entre las cosas, una cosa: categorizar requiere de mucha astucia, hay que tener práctica y relación directa con el atributo de las cosas y de las personas, de lo contrario te dirán que por ejemplo: "no vemos el valor agregado de tu idea", fijate bien, lo que no quieren ver es cómo desagregaste capas de sus ideologías, éstas están por todas partes son los sucedáneos del valor y cuando no provienen de la subjetividad de un solo sujeto suelen aislar la subjetividad de grandes colectivos humanos, colectivos ya visuales. Yo te diría que pensar no existe, dejo esta esperanza para otra vez, pero inferir sí puede convertirnos en una especie de “ataja No” los no no atraviesan el cedazo por lo tanto hay que atreverse a pensar en términos prohibidos y rotos (los conceptos sanos existen cuando responden al menos tres preguntas que se les formule) Es arriesgado suponer que alguien pueda distinguir lo sano de lo roto, alguien que, por ejemplo, suponga que alguna vez pensó. Lo que tratan de hacer es que dispongas herramientas leves para comer alimentos magros, todo es denso alrededor ¡mejor una imagen! ¿Necesitás herramientas? Detestar es una apropiada auque ninguna supera al escepticismo para la lisis. Lo crudo puede hacer lo cocido, lo cocido produce cocido.
¿Necesitás separar la cosas? Eso se llamaba segregar, es un problema cuando una ideología te escamotea la palabra y a la vez lo táctico de ella. Vos segregá tranquilo, pero no descuidés el raspar los contenidos, rozalos con tu piel de tiburón a ver si sangran; enfrentarlos de abajo para arriba requiere de mucha energía, hay que vencer las entropías de lo exosensible y de las artísticas crotas. 
La insectificación del hombre por el hombre no es igual a la insectificación del hombre por la palabra ¿Ya te hablé de la insectificación de hombre por la imagen?
¿Qué sería jerarquizar ahora? ¿una especie de maldad social? Te preguntaste ¿a quiénes no beneficia un pensamiento jerarquizante? Vos no debés establecer jerarquías pero las estructuras del poder se basan en ellas. Si resignás este aspecto de la potencia crítica estás ejerciendo algún derecho (yo diría: otro derecho artificial) como por ejemplo la misericordia intelectual. Sería muy difícil el convencerme de que poseo algún derecho que no parezca obligaciones nuevas, también hay obligaciones viejas que han sido recategorizadas. Para que no escribas silencio, más silencio del que se escribe, debés encontrarle la y las relevancias a los significados, me ha dicho un creyente: yo los significados los busco en el diccionario; los diccionarios como las bibliotecas son cementerios uno de palabras y el otro de libros. El cattivo coro, cattivo coro de siempre. ¿Te dije que el Ser dispone de una membrana piadosa que le informa nociones? Que el valor crea ismos.
El texto que me enviaste lo pude romper todo, lo inquirí con tantos fenómenos y relaciones que sus fragmentos respondieron por vos, no por mí. Pero un texto que no se rompe... coadunado y elastizado por la corpuscularidad de la palabra, eso no es texto en papel sino piel sobada, esta piel no se rompe, esta piel hace reír.
Soñé hace poco que la evidencia es apodíctica, y me creo. Lo que no concurso dentro de mí es mi método de la aclaración, me parece que se trata de cómo mi padre amaba las bicicletas.
Hay mucha indagación y sorpresa culta sobre cuestiones de la “referencialidad” parece ser que estas son cuestiones entre ombligos que no discretan, (los ombligos son orificios conjugados que funcionan en una única posición) suelen venir adornadas de hastío y desdén, pues claro es que tenerse a uno frente a los demás... será con o sin este ombligo que nada puede de discreciones. Aquí me referencio y pienso en que la humildad es la tiranía de lo simple, pienso que la humildad la inventaron los viejos para ser servidos por los jóvenes, pienso, cuando sólo me repito. Pero qué deseo esconde semejante proposición, la de que estamos intoxicados de autoreferenciados; no, no, sí que tiene una ética invalidante algo cristiana, pero hay más, fijate siempre cuál es la fuente que no te deja beber de vos mismo, esa fuente suele decir: “yo sí, tú no” ¿Sería un acto de solidaridad tardía desplazarse de uno mismo y dejarse usar por los que falsean sus deseos? Perdón por la cosicosa esta tan cosicosa ¿El que te propone la no referencialidad, lo hace para reconocerte? O es que al apagar tu onfálo él te sustituye por un antepasado; reconocelos por sus potencialidades dóxicas. ¿Sos consciente de cuánto trabajás para contentar a ese que te proyecta su potencia del No aristotélico? ¿Subyace en esta proposición una promesa de algo? No será, mi amigo, que te están diciendo de un modo y para que te consueles ¡no te quiero escuchar si no eres anodino! ¡No existís en mi zona sino neutralizado tu ego? Yo sospecho de estas fatigas importadas e importantes, te invito a prorrumpirles los tafanarios que esgrimen con la amabilidad de los espléndidos. Una cosa por último, no aceptés convites de irreverentes, el irreverente es el que no tiene obra, pues compartir la silla o la mesa con irreverentes o con importantes es como compartir una maceta con cactus... no recibirás la más mínima gota de riego, el agua eres tú.

Daniel Battilana


1 comentario:

  1. Como siempre, ideas contundentes y palabras que relampaguean las pupilas con fuegos nuevos. Otros desafíos

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