… Los alemanes ya no iban a estar para ningún desfile
estético más entre nosotros. ¡Qué increíble, la concepción de la metáfora más
parecida a la metáfora española era relegada por militarista! Lo mejor de lo
alemán era la “sacáfora”. Decía en una notita muy entonada, el romanticismo
alemán tal una tregua espiritual, tal un respiro del guerrero y que no es sino
un existencialismo supersticioso, un exabrupto, una ruptura de los acervos
planos, de los destinos planos a que son sometidos los pueblos, y ¿qué no es el
RA sino la mella vengadora en las miserias cotidianas? Un surrealismo feudal y
tardío emanado de un pueblo que diseñó una existencia que no tendría tiempo de
habitar. Un surrealismo dije que, a diferencia del francés, eligió dormir el
cuerpo para sustanciar lo imposible. Estudiaban español para leer a Calderón de
la Barca, eso es esforzarse... Cada cultura ha tenido su tránsito romántico,
los japoneses, los musulmanes, los indios, notoriamente los que beligeran para
que no los leamos. Don Heine y su Deutschland, ein Wintermaerchen. Los
romanticismos son siempre el triunfo de algún paganismo ilustrado.
Daniel Battilana
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