Leo
esta cita que es tomada como se toman muchas citas, a la ligera. Los
que escribimos citas, sentencias, aseveraciones, papelones,
paroxismos consonánticos, jugamos con el resorte de la tergiversación.
La
cita dice así: “La profanación de lo improfanable es la tarea política de la
generación que viene.” Es de Giorgio Agamben, quien tiene sus ambiguados cultores, los cultores de los profetas europeos.
La traducción lineal sería que la política que viene deberá profanar lo que la política
que se va ha instituido como improfanable: sagrado, Estado, y todos los
sistemas restrictivos del poder. De más está decir que una política que profane
a otra lo hará con algo que supere a su antecesora, algo peor, una tautología que profana tautología. Pero este no es
un peligro del tipo insustancial sino una profecía de clase, de aristocracia política,
cuando esta tiene la asombrosa manera de iluminar sus mentiras.
En la Argentina las palabras
tienen molde, molde éste reservado a la historia. Antes del molde, ocupan un recinto plácido de ideales. Ambos conceptos, profanación y
profanable producen efetos sensibles, por ejemplo, de que existe la “cosa
profanable” que de él emana es diferente, ¿sería esto nuestra capacidad para violar lo sagrado?, ¿lo sagrado
del otro? Al ser profanadores, ¿violamos con nuestras sacralizaciones las
ajenas? ¿Lo sagrado nos profana? ¿Con qué? ¿Con política? Aclaro, es nuestro
oficio como argentinos, se viola “un valor”. El enamoramiento rapaz por los
términos hace estragos en nuestra semántica popular. Yo llamaba a esto “el
idioma de los arcretinos” una lengua que debe permanentemente explicarse a sí misma,
siempre candente, urgida de justificación, una lengua imposible para la filosofía,
un instrumento para la mentira.
Esta
lengua tiene la capacidad incontestable (pocos se atreven a preguntarle algo) de
sembrarle lengua a quien no la tiene, esto no es alfabetización es
cretinización del diccionario.
Entonces
la tarea política de la generación que viene ¿es profanar? Lo pregunto pues he
visto esta frase seducir a poetas militantes. Yo fui soldado una vez y nunca
pudieron hacer que mi poesía milite. Los más cutres me dirán que intentarán
desalojar un valor con otro, y me estoy perdiendo de esta polisemia
estudiantil.
Sí,
ya sé, el contexto de Agamben es Europa y ¿qué pasa en Europa que no se llame
euróxeno? La palabra profanar en manos del socialismo es idéntica que en
cualquier otra mano. Tampoco voy a creer que al tomar la palabra nos igualemos
en ella. ¿De qué valores nuevos me hablan estos poemas de vanguardia profana?
Importamos
de todo, ideas que no tienen diseño posterior, hábitos que cuelgan, cuelgan de
abalorios yermos que relucen en nuestra armadura de sonseras. A varios europeos
y norteamericanos les compramos toda su producción de favores ISO9000 y de terminología
ISO, creo que les compramos treinta años por adelantado, siempre les compramos
lo que tiran. ¡Qué bien lucen sus cadenas etimológicas, qué bien nos hacen
soñar!
Estos
filósofos italianos son como leer una mala traducción de Heidegger: nadie sabe
lo que está diciendo pero sí cuando lo dice mal. Hubo un par de diarios que
desde su dossier a mansalva idolatraron esta proeza de suponer extranjera
cualquier receta de salvación y de creer no menos nacional cualquier salvación etimológica.
¿Será
que la profanación de la política tiene un carácter sagrado y repetitivo?
¡Querés más! No te alcanza la clandestinidad y la querés
hacer privada.
Y cuando profanes lo improfanable con política quedará muy
claro quién será el acreedor de esta suculenta valentía, pues no será eso que
con orgullo antiguo llamabas pueblo y ahora te hacen llamar y no llamar, así
los sociología inventada por los políticos y el periodismo usado para la
divulgación de sensaciones hablarán por todos.
Habitar un lenguaje impuesto y restrictivo y pensar las
formulaciones de la voluntad política de esos términos que la gente considera reivindicatorios,
impecable patraña, temer el temor lingüístico de un habla hiper sensibilizada
por el control que la política dejó de ejercer y ya lo ejerce el sujeto social
que diseñaron a la medida de la sutil profanación ya anunciada.
Daniel Battilana
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