Romper el “en sí” de la poesía proviene de una adherencia
entre las preposiciones y los adjetivos que se miran en sí; los sustantivos
tiemblan en esa “impresencia” que tanto seduce a los narradores, creer tanto
como fijarse al poder transitorio de lo que se entiende, la isla excepcional de
una poesía exiliada, exiliada en el papel. Corté elevadamente con esa luciérnaga curiosa, le quité el mando, está la idea donde se manda y la idea donde se obedece: hay que mandar en la idea.
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